La cueva de San Pascual



Por Francisco J. Lifante





Es cielo derramado en la roca, huellas de santo la corroboran. Un pastor eligió tener mar, un pastor eligió destituirse con garrote.


La cueva soporta el granizo maldito, yo la he escuchado hablar de infancia. 

Yo la he visto con frailes, con barbas, con ofrendas, con velas. Yo la he comprobado, con las uñas, con mis pecados, con silencio. 

 Yo la he sufrido con distancia, con pasos luminosos, con ojos de mendigo. La cueva es un desafío, vehículo de la indulgencia, cúmulo de promesas universales. 

Es la sentencia del peregrino,  dictada por el tiempo para la fe de un ateo.



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