La Glorieta


Por Francisco J. Lifante


¿Cómo sabernos sin Glorieta? ¿Cómo sin sabios ni pensiones que todo lo arreglan? ¿Cómo sin el Torrevieja con su muleta extrema?


Del Mayka al colesterol, del dominó a las discusiones silenciosas. De vez en cuando, el periódico. De vez en mayo: el granizo.

Que si las nubes blancas, que si mis chiquillos de labranza. Entre cupones se disputan la ceguera. Los bancos con su tarea usurera.


Todo en la Plaza del Progreso, en ocasiones del Regreso, donde las cejas acogen pocos ojos y muchas bocas sin apenas sucesos. Todos los días, todas las eternidades. Todos hemos sido Glorieta alguna vez.



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