Homenaje al agricultor monfortino



Por Encar Nadal 



Sonó la voz de la «fumá», y acomodado bajo la sombra de la cepa, cerró sus ojos, se durmió. 


Sabía que no duraría mas de diez minutos, aún así su sueño era profundo, me dediqué pues a mirar su cara, llena de surcos que le hizo la vida, sus manos, curtidas y ásperas de trabajar la tierra, pero amantes y cariñosas al tratar el fruto, me bastaron diez minutos (los que exactamente duraba ese rato de descanso) para entender su vida, despertó y mirándome fijamente preguntó; ¿Vamos?.....ésta vez no proteste como normalmente solía hacer , y le dije; vamos, padre.


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